Modernizando el pasado
Hoy en día, conviven en la industria del frío todo tipo de refrigerantes, desde soluciones sintéticas hasta sustancias naturales. La innovación y el desarrollo de tecnologías para el sector HVACR entrega avances para hacerlos más eficientes y reducir su impacto en el entorno
Las tecnologías de enfriamiento permiten mantener los productos perecederos en buen estado y aptos para el consumo humano
Amira Huelgas / Danahé San Juan
El primer refrigerante utilizado a nivel industrial fue el amoniaco (NH3). En su clásico libro, El empleo del frío en la industria de la alimentación, Rudolf Plank cuenta que, gracias a esta sustancia, tuvo lugar en 1877 el primer viaje intercontinental que transportaba carne congelada. En concreto, el buque de vapor Paraguay, equipado con una máquina frigorífica de NH3 construida por el francés Ferdinand Carré, zarpó de San Nicolás, Argentina, hacia el puerto de Le Havre, en Francia, con 550 corderos congelados. Las máquinas de Carré funcionaban con una mezcla de amoniaco (refrigerante) y agua (absorbente), y lograban temperaturas bajo cero en una cámara frigorífica a partir del calor generado por la combustión de carbón en una caldera.
Para finales del siglo XIX, las aplicaciones principales del amoniaco incluían la producción de hielo, el enfriamiento de aire, carne, pescado, cerveza y leche, entre otras mercancías. De este modo, desde los inicios de la refrigeración, ha sido una solución para mantener los productos perecederos en condiciones aptas para el consumo humano.
Esto sin mencionar que se trata de un refrigerante natural con nulo potencial de agotamiento del ozono (ODP) y nulo potencial de calentamiento global (GWP). Gracias a estas cualidades, el NH3 se ha convertido en un aliado para que las industrias reduzcan su huella ambiental y cuenten con sistemas de enfriamiento más eficientes y seguros.
En entrevista con Mundo HVAC&R, Enri Tunkel, sales driver para Danfoss Latinoamérica, señala que existen organismos como el Instituto Internacional de Refrigeración con Amoniaco (IIAR) que trabajan para sentar las bases del manejo de los refrigerantes naturales, como el NH3.
En palabras de Tunkel, estos productos son “muy seguros o muy inseguros, si no sabes cómo trabajar con ellos, pero si ya tienen más de un siglo en el mercado, no es posible que sean malos. Al contrario, son muy eficientes”.
El dióxido de carbono (CO2) es también un refrigerante natural con gran presencia en aplicaciones industriales, por ello, es imprescindible que, quienes lo empleen, tengan conocimiento técnico de su uso y de las implicaciones de trabajar con él. “La combinación perfecta es trabajar los dos en la misma instalación, porque el CO2, por ejemplo, es muy eficiente en baja temperatura, y el amoniaco es más eficiente en alta temperatura. La mezcla de los dos en una instalación es lo mejor en términos de eficiencia y seguridad, si conoces cómo hacerlo”, afirma el experto.
México y los refrigerantes naturales
Con el paso del tiempo, en los años 70 se descubrió el impacto negativo de los clorofluorocarbonos y se comenzaron a desarrollar hidrofluorocarbonos (HFC), mientras que los naturales como el amoniaco y el CO2 permanecían prácticamente en desuso. A raíz del Protocolo de Montreal varios países se comprometieron a eliminar o reducir el uso de refrigerantes que dañan la capa de ozono y que tienen un alto GWP. En este contexto, la mirada regresó a los naturales, como el amoniaco. Sin embargo, la forma de trabajo no es la misma de antes, hoy los mercados e industrias, así como los prestadores de servicio HVACR, deben estar preparados para saber lo que necesitan y los alcances que el amoniaco les brinda.
De acuerdo con Enri Tunkel, junto con Chile y Brasil, México es uno de los principales mercados de Latinoamérica; en conjunto, son los tres más importantes de la región y los que más invierten en tecnologías: “yo he visto mucha gente interesada en aprender más y traer cosas nuevas. La influencia de la cercanía con Estados Unidos ayuda porque acerca a México a la vanguardia”.
En un panorama general, comenta el especialista de Danfoss Latinoamérica, el camino que México está siguiendo en cuanto a refrigerantes naturales se vislumbra positivo, y sigue creciendo en términos de su utilización, el cambio se está dando en refrigeración industrial, específicamente.
Como en el siglo XIX, hoy la industria alimentaria es uno de los mayores consumidores de amoniaco, apunta Roberto Badillo, ingeniero de ventas para el segmento de Refrigeración Industrial en Danfoss. Esta sustancia, añade el experto, tiene “buena presencia con los principales productores de cárnicos y lácteos en México”.
“En la industria cárnica, como en todas, la cadena de frío sigue siendo un reto importante. En el país existe una cantidad impresionante de alimentos que se desperdician debido a que no hay una cadena fuerte. Me parece que las empresas dedicadas a la refrigeración tienen que buscar abarcar más allá de su sector”, puntualiza Badillo, al respecto de la implementación de sistemas que trabajan con refrigerantes naturales.
En cuanto al papel que desempeña el gobierno, Tunkel anota que los plazos para el cambio de los refrigerantes por unos sustentables son largos y pueden resultar costosos, por ello, el financiamiento es un tema recurrente en Latinoamérica. En este sentido, los cambios se verán a mediano o largo plazo, pero el camino ya está trazado.
Profesionalización para el presente
Debido a las características particulares de los refrigerantes naturales, en México aún hace falta mayor conocimiento, capacitación y difusión para extender su uso a más sectores. Como suele pasar en los países en vías de desarrollo, la educación especializada no está al alcance de la mayoría de la población, y México no es la excepción. De acuerdo con el Inegi, el promedio de la educación en el país llega a 9.1 grados, lo que significa sólo un poco más de la secundaria concluida. Sobre esta base, se puede inferir que existe un rezago en cuanto a capacitación específica para la industria HVACR. Siendo así, se requiere de más capacitaciones, cursos, talleres e infraestructura para brindar educación que permita a los técnicos del sector ofrecer un servicio acorde con los estándares internacionales.
Al respecto, Tunkel agrega que “hoy la gente trabaja por experiencia, no se acerca a las certificaciones. IIAR, por ejemplo, está trabajando activamente en Latinoamérica al buscar pasar el conocimiento al mercado, pero hay pocas escuelas formales, eso significa una labor por hacer. En Estados Unidos se imparten cursos en español y mucha gente latinoamericana los está tomando, pero aquí se requiere trabajar mucho en ello”.
Gran parte del rezago en educación recae en la falta de infraestructura, “una escuela o curso formal debería tener una miniinstalación industrial. Eso también cuesta, hay que invertir y hay que tener un volumen de clientes”, agrega Tunkel.
A toda esta problemática se suma un factor determinante al momento de trabajar con sistemas de enfriamiento: las innovaciones tecnológicas constantes. Cada día las empresas invierten en mejoras a sus productos, se vuelven más eficientes, seguras y sustentables. Los especialistas de esta área deben estar preparados para brindar servicio en instalaciones que sufren cambios constantes, deben contar con la preparación que les permita prevenir accidentes, ofrecer precios competitivos y, sobre todo, estar a la vanguardia en temas medioambientales, como el uso del CO2 y el amoniaco para refrigeración. Estos últimos, apunta Roberto Badillo, son una excelente opción por las bajas temperaturas que trabajan y por la seguridad de los operarios y de productos que lo emplean, siempre y cuando se cuente con todas las medidas para su correcto funcionamiento.
A lo largo de la historia de la refrigeración, el amoniaco ha demostrado ser un elemento clave, tanto para su génesis como para su constante evolución. Ahora toca a los humanos del siglo XXI aprovechar todas sus ventajas, junto con las innovaciones en refrigerantes sintéticos amigables con el ambiente, y conseguir una industria que demuestre en cada decisión su compromiso con un mundo sustentable.