Medio siglo bajo el paradigma de la eficiencia
Desde el siglo pasado distintos sectores han estado buscando la eficiencia de los equipos y, por ende, de los inmuebles, ya que tener un perfeccionamiento en los sistemas logra un menor gasto económico y, lo más importante, una mejora en el medioambiente
Sofía Ruiz
La eficiencia refiere a la optimización de los recursos y se puede encontrar en diferentes ámbitos e industrias. En el caso del sector HVAC, tal como lo demuestra su desarrollo histórico, la constante ha sido la misma: buscar la evolución de los equipos, a fin de lograr su máximo desempeño.
El camino, no obstante, no siempre ha sido fácil. En su artículo “A history of HVAC system performance testing”, publicado en el portal Contracting Busines, Rob Falke relata cómo la primera forma de medición del flujo de aire se creó en 1732 por el ingeniero francés Henri Pitot, él desarrolló el tubo de Pitot. A mitad de la década de 1850, Henry Darcey, intervino la forma que se utiliza para medir el flujo de aire y fluido, siendo ésta la tecnología base con la que se miden los flujos de aire en la actualidad, explica Rob Falke.
Desde mediados del siglo XX, en la década de los 60 y parte de los 70, la comunidad de arquitectos e ingenieros en climatización ya contaban con una idea más o menos clara acerca de la eficiencia de los sistemas HVAC, pero no lograban materializarla al momento de la instalación.
Asimismo, rememora que fue apenas en 1965, cuando H. Taylor Kahoe tomó el conocimiento sobre la industria y formó la primera organización profesional de equilibrio de aire: el Associated Air Balance Council (AABC). Al paso de los años también se formaron otras organizaciones, como el Buró Nacional de Equilibrio Ambiental (NEBB), el Instituto Nacional de Confort (NCI) y el Buró de Pruebas, Ajuste y Equilibrio (TABB).
Durante la década de los 80, el gobierno de los Estados Unidos intervino directamente en el sector HVAC, pues le interesaba ahorrar energía a través de la mejora en el rendimiento de los equipos. En un inicio, los esfuerzos para difundir el conocimiento sobre el tema se centraron en los contratistas, ya que ellos buscaban sólo la satisfacción del cliente y la comodidad.
Más adelante, el gobierno cambió su enfoque y se concentraron en los fabricantes y servicios públicos, pues al tenerlos de su parte se dieron cuenta que ellos podían persuadir a los contratistas, comenta Falke.
La eficiencia en la industria HVAC se define por la etiqueta amarilla en el costado de la caja. Hoy en día se sigue utilizando y representa la eficiencia catalogada por el laboratorio del equipo.
En 1990 la industria tomó la decisión de verificar de forma científica el desempeño de los sistemas HVAC, por lo que creó un software para estimar y evaluar su rendimiento y ahorro energético. Las mejoras, sin embargo, no podían medirse directamente, así que se desarrollaron métodos para calcular y promediar dichas variables.
También se dio impulso a las capacitaciones, en las que se buscaba que los conocimientos fueran consistentes con las pruebas diarias, por lo que se comenzó a implementar prácticas de diagnóstico para los contratistas.
A principios del siglo XXI, prosigue Falke, el gobierno concibió la idea de realizar pruebas en la industria, a pesar de que no contaban con los evaluadores ni el conocimiento correcto, ya que estas evaluaciones no median las condiciones reales del funcionamiento de los equipos de climatización.
A la par, se adoptaron métodos de análisis para ayudar a los clientes a comprender el rendimiento de sus sistemas. Se instalaron en instrumentos de prueba en las manos de los consumidores donde fueron utilizados como herramientas de enseñanza, dijo Falke.
También se mejoraron los procedimientos que cuantificaban los niveles de rendimiento y eficiencia. Esto con el objetivo de que los técnicos y contratistas las fueran adaptando y desarrollando. Fue la primera vez en que la eficacia de un sistema instalado podía medirse en el campo.
En la década de 2010 así como los a mediados del siglo XX, los arquitectos, ingenieros, constructores, etcétera, se dieron cuenta que los edificios ya no eran funcionales, así que comenzaron a buscar nuevas formas de llevarlos a un nuevo nivel.
Actualmente un gran promedio de edificios no estaba trabajando en Estados Unidos no estaba trabajando ni a un 50 por ciento de eficiencia nominal de los sistemas, lo que significa que se está dejando de lado la eficiencia que tanto se había estado buscando.
Un comité que hoy en día crea un estándar industrial para medir y calcular el rendimiento de los sistemas de HVAC instalados a menudo usa un lema interno sobre este método de puntuación, concluye Rob Falke.
Así, los principios introducidos hace más de 50 años por la industria del balanceo continúan siendo la base para las pruebas acerca del desempeño de los sistemas HVAC. En la actualidad, miles de técnicos están capacitados y certificados para realizar este método de prueba y cálculo que produce un puntaje numérico que representa el porcentaje de eficiencia obtenido por la instalación.